Ricardo Ferretti, el eterno técnico malhumorado, cumple hoy 70 años, de los cuales 54 dedicó al futbol, primero como jugador y luego como entrenador.
El «Tuca» siempre soñó con entrar a la milicia, quería hacer carrera en el Colegio Militar de Brasil porque le apasionaba la disciplina y el amor por la patria.
Sólo que sus calificaciones no le alcanzaron para ingresar a la escuela especializada y su padre terminó por convencerlo para aprovechara sus dotes con el balón para enrolarse como futbolista.
Nació en Río de Janeiro un 22 de febrero de 1954, a los 14 años debutó con el Botafogo, contaba con una pierna educada y sus disparos al área eran temidos por la fuerza que les imprimía
Llegó a México en 1977 para jugar con el Atlas, pero sus mayores logros los obtuvo con Pumas, equipo con el que jugó en una primera época de 1978 a 1985, ganó el segundo título con el plantel y luego defendió las playeras de Neza, Monterrey y Toluca.
A los 36 años apareció por las canchas de Ciudad Universitaria, su idea era enrolarse con el cuerpo técnico de Miguel Mejía Barón, se veía entre su grupo de auxiliares, listo para abrazar su nueva profesión.
Pedro Mejía Barón lo convenció de jugar un torneo más, físicamente estaba entero y necesitaba del liderazgo de Ferretti para redondear el equipo.
Los directivos no daban crédito a la decisión del entrenador, pero al final lo respaldaron porque el salario del Tuca no era oneroso.
Un tiro libre de Ferretti le dio la tercera estrella a los Pumas, aquel 22 de junio de 1991, en el encuentro de vuelta de la Final, el famoso «Tucazo» sentenció el encuentro donde vencieron al América.
Cuando finalizó el cotejo, Ferretti se arrodilló y besó el césped, durante varios minutos nadie lo pudo levantar, entre lágrimas dio por terminada su carrera como jugador. Para él no hubo festejo, se mantuvo en un rincón del vestidor, meditando y rezando.
Un torneo después se convirtió en el entrenador de los universitarios, se curtió con el equipo, aprendió el oficio y pasó con ellos 6 años.
Dirigió al Guadalajara, Tigres, Toluca, Morelia, Juárez y Cruz Azul.
Con Pumas vivió una segunda era del 2006 a 2010, regresó por gratitud para salvar al equipo del descenso, se bajó el sueldo y aceptó lo que el presidente Víctor Mahbub le pudo dar, finalmente entregó un título en el Clausura 2009 y también formó a Guillermo Vázquez Herrera como su sucesor.
Con Chivas también fue campeón en el Verano 97 y con Tigres alcanzó la plenitud armando un equipo de época, con 5 títulos de Liga.
Cuando estuvo con el cuadro regio llamó a Mejía Barón para que se convirtiera en uno de su auxiliares, la amistad entre ambos siempre ha estado presente porque en el Mundial de 94, el hombre que seguía al Tri desde la tribuna para darle su comentario al estratega era el «Tuca».
Le encantaba caminar descalzo desde el Estadio Olímpico Universitario hasta la Cancha 2, donde tenía que pasar en medio de la vegetación, nunca sufrió la picadura de ningún insecto porque decía que no tenía sangre dulce.
Sus rabietas con los jugadores eran conocidas por todos, gritaba y manoteaba cuando no cumplían con sus órdenes, imponía multas cuando alguien llegaba tarde a los entrenamientos y no le gustaba que los futbolistas malgastaran su dinero, sin embargo le encantaban los autos deportivos, de igual manera conducía un Mercedes que un Ferrari.
Ferretti reconoció ante sus amigos que no podía quitarse el vicio de fumar un cigarro después de entrenar, pues le agradaba platicar con gente cercana a él, de todo, menos de futbol.
Su famosa frase de «mierdas de chismes» la lanzó durante una conferencia de prensa donde quisieron enfrentarlo con el goleador, José Saturnino Cardozo, pues se pensaba que no estaba contento con el accionar del paraguayo.
Bautizó como partidos moleros a los encuentros que disputaba la Selección Nacional con rivales que no le dejaba nada y que se celebraban para cumplir con un compromiso comercial. Durante años se negó a dirigir al Tricolor, después cubrió un breve interinato y cuando quiso que lo tomaran en cuenta, su tiempo había expirado.
Siempre mantuvo a su familia lejos de los reflectores, tuvo varios divorcios y heredó a sus hijos en vida, por ello prefirió vivir en un hotel cuando dirigió a Cruz Azul en el 2023.
Durante años se negó a operarse la cadera a pesar del dolor que le producía el desgaste.
En estos momentos está lejos de los reflectores, finalmente puso una pausa a su carrera como entrenador, pues durante 32 años dirigió de manera ininterrumpida.